Era la noche entreclara, con nuestro único satélite ya menguante, tras haber impedido a muchos, con su potente resplandor previo, apreciar las últimas perseidas.
Un escenario ideal en el que 12 intrépidos catadores bio descendían sin prisa a una de las cuevas típicas manchegas que plagan El Toboso; cerrada a cal y canto durante décadas, con chorrillos de manufactura local del 1600, como muestra la orgullosa firma del alfarero.
Sentados en bancas, serijos y cojines que amortiguaban algún trono de piedra, fuimos acomodándonos poco a poco, codo en mantel y copa en mano.
Primero desgranamos una a una las uvas…verdejo, sauvignon blanc, macabeo (o viura, como se denomina por estas tierras)…viognier, y el rey de la carta blanca, chardonnay.
Cabezas que asentían, manos que anotaban, y papilas impacientes por lo que se anticipaba.
Entonces, uno a uno, fueron descendiendo a la mágica cueva los vinos frescos, blancos y ecológicos; y presentados al exigente tribunal de ojos, narices y paladares.
Comenzamos con un gallego de nacimiento, GAIA, con raíces en Rueda (verdejo) y La Mancha (sauvignon blanc).
A este le siguió el Fruto Noble y puro (monovarietal sauvignon blanc) de una bodega-almazara alicantina, en Villena. No solo es un vino ecológico, sino ademas biodinámico, con certificación demeter.
El tercero a comparar en gracia, que no discordia, con los anteriores, Ciento Volando; un caldo vecino a la Venta del Moro y no lejano a las Hoces del Cabriel. Vino de vendimia nocturna, y fermentación a bajísima temperatura, que mantiene en sí lo mejor de la primavera. Dejó la sensación casi burbujeante de un verdejo-sauvignon que quiere elevarse a las nubes.
Un perfecto pase al cuarto, como en la arena (pero sin maltrato animal), el digno y limpio Árbol Blanco, de la misma bodega que el anterior. De Macabeo y Viognier, un vino que recuerda al cava de la comarca, Requena-Utiel, con un toque a tinos de roble de sus 4 meses de crianza.
El quinto de la tarde, que ya era más noche, tenía que ser Manchego, de Socuéllamos. Un Chardonnay pura sangre, sin mezclas, elegante y aterciopelado. Vega Lucía, la joya de la corona en su bodega, de airenes y viuras, tempranillos y garnachas.
Todos gustaron, cada uno a su manera, por su historia, gusto, olfato, y por como galantemente guiaban el maridaje.
Al pan de masa madre de nuestro obrador Alcolado, con quinoas y harinas ecológicas molidas a la piedra, lo acompañaron…
Una olivada verde bio de la tierra valenciana.
El salmón, de pesca sostenible; sobre un tomate bio del terreno.
Un potpourri de cangrejo y alioli con ajo morado recién cogido.
Un pisto manchego ecológico.
Y una tortilla casera, de huevos ecológicos de la Mota, y cebolla blanca toboseña.
Una noche de estrellas (enológicas y ecológicas) bajo vigas, y bóvedas de piedra; una noche de charlas y risas frescas, como el vino ecológico de nuestra mesa; una noche de agosto muy manchega.
Una noche especial con bioofod, recomendable todo, lugar compañía, trato y sobre todo los vinos verdaderamente exquisitos, por muchas así biofood.
Gracias a ti por tu gran ayuda, tu interés y eterna disponibilidad. #equipo!
El saber escoger el producto adecuado y correcto hace al nuevo emprendedor y empresario diferente, Independientemente de su estilo. No es el tamaño de la empresa, sino el producto y como esté elaborado, cuál es su mensaje y como es en llevado a los demás. Estoy convencido que no solamente triunfarás como gran empresaria Biofood, sino como gran escritora.
Tú tío Ernesto que te quiere.
Muchisimas gracias …’tito’?, por tu ayuda y apoyo. Yo también te quiero!
Una noche muy entrañable y muy emotiva. Muchas gracias Dulcinea. Sabes que está a tu disposición para lo que quieras.